MECCA, Calif. — El polvo hace remolinos en el aire mientras Luz Gallegos estaciona su SUV a un lado de la calle de tierra. Acaba de enterarse que su tía murió a causa de covid-19, el tercer familiar en sucumbir al virus en solo dos semanas.
Gallegos bajó de su auto a las 11:30 am, en una granja de pimientos en esta comunidad agrícola en el Valle de Coachella, apenas al noroeste de Salton Sea.
La mujer, que trabajó ella misma en los campos junto a sus padres, tuvo solo 15 minutos para hablar de un tema relacionado con la vida y la muerte ante unos 20 trabajadores que acababan de terminar su descanso.
La granja ya ha visto a dos trabajadores enfermarse con covid.
“Perdemos personas en nuestra comunidad a diario”, dijo.
Gallegos, ahora directora ejecutiva de un grupo de defensa de los inmigrantes llamado TODEC Legal Center, llegó para desterrar mitos sobre las vacunas contra covid y para impulsar a los trabajadores agrícolas a que se vacunen. Estos trabajadores, que están entre los más vulnerables ante covid, también están entre los más reticentes a vacunarse.
A algunos les preocupa la seguridad de las vacunas y los posibles efectos secundarios, o cómo puede afectar a personas con afecciones subyacentes, como la diabetes. Otros hablan del rumor infundado de que el gobierno usará las vacunas para implantar chips en los brazos, para que puedan ser rastreados y deportados.
“La comunidad vive con miedo”, dijo Gallegos. “No tienen ninguna confianza en el gobierno”.
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Un estudio conocido a fines de enero de la Universidad de California-San Francisco halló que los trabajadores agrícolas y otros trabajadores de la agricultura tuvieron el tercer riesgo más alto de muerte desde el comienzo de la pandemia en California, después de los cocineros y los operadores de máquinas empacadoras.
“Eso es más alto que los médicos o enfermeras”, dijo Alicia Riley, becaria postdoctoral en epidemiología y bioestadística en UCSF, quien trabajó en el estudio. “Con la vacunación, ahora tenemos una nueva herramienta disponible para proteger a estos trabajadores que han sufrido la tasa más alta de exceso de mortalidad durante la pandemia”.
Desde octubre, Gallegos ha estado visitando granjas en todo el condado de Riverside.
Ella misma acaba de recibir la primera dosis de la vacuna, un dato que compartió con los trabajadores agrícolas reunidos a su alrededor. “No tuve ningún efecto secundario, pero algunos dicen que se siente como un moretón en el brazo”, les dijo en español.
Gallegos había comenzado la charla proclamando una victoria: “Ganamos. Van a dar prioridad a los trabajadores agrícolas en las primeras fases de la vacuna”.
El gobernador Gavin Newsom confirmó el 26 de enero que se daría prioridad a los trabajadores agrícolas, junto con los trabajadores de salud, las personas de 65 años o más y los trabajadores de la educación, cuidado infantil, servicios de emergencia, alimentación y agricultura.
Diana Tellefson Torres, directora ejecutiva de la Fundación UFW, dijo que, cuando se trata de vulnerabilidad, los trabajadores agrícolas marcan todas las casillas: a menudo trabajan uno cerca del otro, viajan de una granja a otra a través de las fronteras del condado, viven en viviendas hacinadas y en hogares multigeneracionales, y carecen de atención médica. “Sabemos que ésta es una gran tarea”, dijo Tellefson Torres. “Pero en este momento hay diferentes niveles de vulnerabilidad en nuestra sociedad, y no puedo enfatizar todo lo que tenemos que cuidar a los que en este momento nos están alimentando”.
Esta historia fue producida por KHN, que publica California Healthline, un servicio editorialmente independiente de la California Health Care Foundation.
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